Alesha Palmer es una joven de Texas que se encuentra a punto de graduarse de la secundaria y tiene grandes sueños: entrar en la universidad, estudiar y luego ir a una escuela de artes culinarias, para conseguir su diploma de pastelera. Además quiere abrir su propio negocio de dulces y panificados.
Con ese objetivo trabaja en el restaurante italiano Vetoni’s, situado en Gun Barrel City, una pequeña ciudad localizada a 50 kilómetros de Dallas. Todas las semanas le dedica alrededor de 30 horas.
Cuando atendía a un par de clientes, les charlaba sobre sus planes para ir a la universidad, comentándoles que sus padres la iban a ayudar y que juntaba moneda a moneda, para poder pagar su educación sin saber que otro de los clientes, sentado solo, la escuchaba atentamente.
Con él simplemente intercambió unas palabras sobre el pan, ya que el restaurante es famoso por eso.
Cuando terminó su comida, ese hombre se acercó a hablar con el encargado del restaurante y le comunicó que quería ayudar a Alesha a pagar la universidad.
Alesha recogió el ticket, que solo era por 9,69 dólares, y se encontró con una propina de 1.000 dólares.
«Cuando me acerqué al gerente tenía miedo de que hubiese hecho algo mal, generalmente cuando llaman a la mesera es un signo de problemas», remarcó Alesha. «Cuando recibí el recibo me quedé mirándolo con los ojos como platos y luego me largué a llorar en el medio del restaurante».
«Simplemente me gustaría agradecerle profunda y completamente. No todos los días te encontrás con alguien tan dulce y generoso», continuó Palmer.
Hasta ese momento, la propina más grande que había recibido Alesha había sido de 35 dólares, por una gran fiesta de cumpleaños. En general, recibe propinas de entre 10 y 20 dólares.
Jennifer Brown, la gerenta del restaurante, agrega además que la propina más generosa que había recibido cualquiera de los trabajadores hasta ese momento había sido de $100, brindado por un abogado que había trabajado a lo largo de toda su estadía en la escuela de leyes y empatizaba con los meseros del restaurante.
El benefactor decidió permanecer anónimo. ¿Qué te parece?