La página Humans of Dublin recientemente compartió una foto en donde se observa a un rubicundo y feliz muchacho, el jovencito de 16 años Jamie Harrington, con la siguiente historia:
"Estaba en camino al negocio de dulces norteamericanos a comprar algo de Gatorade cuando vi a este tipo de más o menos 30 años sentado en el borde de un puente. Simplemente pensé 'guau…' Me paré y le pregunté si estaba bien, pero supe inmediatamente por la mirada en sus ojos que no lo estaba, y no me respondió tampoco, pero vi que había lágrimas saliendo de sus ojos. Le rogué un tiempo que bajara y se sentara en las escalinatas, y eventualmente lo hizo.
Nos sentamos en la vereda en el lado sur del Liffey y hablamos por 45 minutos, acerca de lo que le estaba sucediendo a él, por qué se sentía de ese modo… No podía dejarlo ahí solo, pero tenía que irme, así que quería llamar a una ambulancia. Le dije que ellos podían ayudarle a sentirse mejor. Pero él simplemente me decía 'no, por favor, por favor, no los llames, estoy bien, solo quiero caminar un rato, ¡voy a estar bien!'. Le dije que por favor me dejase llamar a una ambulancia, que no podría dormir sabiendo que él estaba dando vueltas por la ciudad solo. Así que la llamé, y lo llevaron al St. James Hospital.
Le pedí su número de modo tal de hacerle un seguimiento y saber qué pasaba con él por un rato… Y hace aproximadamente tres meses me mensajeó y me dijo que su esposa está embarazada, que están por tener un varón, y que le iban a poner mi nombre. ¿Puedes creerlo? Van a nombrar a su hijo por mí. Me dijo que en el momento en el que me acerqué a él estaba a punto de saltar, y que esas pocas palabras salvaron su vida. Todavía repiquetean en mi cabeza… '¿Te encuentras bien?' No puedo entender cómo esas pocas palabras pudieron salvar su vida, pero me dijo: 'Imagínate si nadie me hubiese preguntado esas palabras…'"
No solemos conmovernos tanto, pero la verdad que esta historia del encuentro casual entre dos extraños, de un momento imperceptible en que dos personas conectan y ejercen todo su corazón y su bondad, en el que actúan con toda la compasión de la que somos capaces los seres humanos de vez en cuando, de tal forma que cambia la vida de uno de ellos, nos ha llegado hasta los huesos. Alzamos nuestra copa por ti, Jamie. Y por tu futuro tocayo.