Una réplica sacudió a los marroquíes este domingo mientras soldados y trabajadores humanitarios corrían para llegar a las aldeas montañosas en ruinas y rescatar a los sobrevivientes.
El desastre mató a más de 2,000 personas, sin embargo, se espera que esta cifra aumente, siendo este el terremoto más fuerte que ha sufrido el país en más de un siglo.
Naciones Unidas estimó que 300,000 personas se vieron afectadas por el temblor de tierra, de magnitud 6,8 del viernes por la noche y algunos marroquíes se quejaron en las redes sociales de que el gobierno no permitía más ayuda del exterior.
Los equipos de ayuda internacional estaban preparados para desplegarse, pero algunos se sintieron frustrados esperando que el gobierno solicitara oficialmente su ayuda.
«Sabemos que es muy urgente salvar a la gente y cavar bajo los restos de los edificios», dijo Arnaud Fraisse, fundador de Rescatadores Sin Fronteras, que tenía un equipo atrapado en París esperando luz verde. «Hay personas muriendo bajo los escombros y no podemos hacer nada para salvarlas», agregó.
La ayuda tardó en llegar a Amizmiz, donde parecía haber desaparecido una gran parte de la ciudad de casas de ladrillo de arenisca naranja y roja excavadas en la ladera de una montaña. El minarete de una mezquita se había derrumbado.
“Es una catástrofe”, expresó el aldeano Salah Ancheu, de 28 años. “No sabemos cuál es el futuro, la ayuda sigue siendo insuficiente”.