Ha llovido mucho desde que nuestras abuelas, que vivieron épocas de escasez, nos animaban a comer de todo y cuanto más mejor. Nos decían que lo que no mata engorda, que de lo que se come se cría, y que hay muchos niños que pasan hambre, mientras que nosotros, afortunados primermundistas, podíamos y debíamos engullir hasta reventar.
Sigue habiendo niños hambrientos aunque ya no se lleve demasiado hablar de ello, pero también hay cada vez más niños obesos en los países desarrollados, lo que puede condenarlos a todo tipo de problemas de salud y, a la postre (nunca mejor dicho), a morir jóvenes.
No toda la comida es buena, y no toda "engorda" de la misma manera. Aquí tienes unos cuantos alimentos y bebidas que deberías evitar, o consumir con especial moderación, si no quieres envejecer a más velocidad de la estrictamente necesaria, o parecer mayor de lo que eres al primer vistazo.
Comida rápida
No es original, pero es cierto, sobre todo por culpa de las grasas trans resultantes de freír la comida con ciertos aceites vegetales. También presentes en las margarinas, los pasteles y las galletas saladas (entre otras comidas), contribuyen a procesos de inflamación crónicos que empeoran nuestro aspecto y nuestra salud.
La piel, una de las claves de una apariencia juvenil, se ve directamente afectada. Este tipo de ácidos grasos la hacen más vulnerable a los rayos del sol.
La obstrucción de las arterias y los vasos sanguíneos es otra consecuencia negativa de visitar demasiado el pasillo de precocinados del súper, las hamburgueserías y las pizzerías de saldo. Los niveles altos de colesterol, la carne roja y el sobrepeso en general se pagan: problemas coronarios, anginas de pecho y mayor riesgo de ataques cardíacos.
No toda la grasa es mala, ni mucho menos. Con moderación, el aceite de oliva, el de girasol o el de coco, entre otros, tienen buena prensa, no solo en nuestro país. Son siempre mejor crudos o en alimentos a la plancha que en freidora, elemento básico en toda comida rápida.
Carnes procesadas
Los sulfitos y otras sustancias conservantes de productos industriales como salchichas, bacon, chorizo, etc., provocan problemas parecidos a los que las grasas trans. Inflamación (visible en nuestra piel), enrojecimiento y esa apariencia más curtida que asociamos inmediatamente a la vejez.
Además suelen ser ricas en sal, así que retendrás más líquidos y te hincharás. Dos problemas estéticos por el precio de uno.
Aun las mejores carnes pueden tener un efecto parecido cuando se queman. Si haces barbacoa evita comerte los trozos muy tostados: se ha comprobado que contienen hidrocarburos contaminantes que envejecen, afectando al colágeno de la piel. Y algo más sorprendente: también sucede con las tostadas. Tómalas más bien blancas y serán más sanas.
Azúcar
Además de engordar y ser fatal para la dentadura si no se vigila, el azúcar provoca glicación, un proceso químico que origina sustancias tóxicas relacionadas directamente con el envejecimiento acelerado.
Una dieta rica en azúcares provoca arrugas en la piel, diabetes, problemas renales y enfermedades cardiovasculares. Lo contrario a la juventud. Evitarlo es complicado porque casi todo lo que compramos hecho lleva varias fuentes de dulzor peligrosas que van sumando. Ante la duda, baja cuanto antes el consumo de fructosa (no la de la fruta, sino la de los jarabes que encontrarás en cientos de etiquetas), sacarosa y glucosa, que provocan picos de glucemia especialmente intensos y caries poco favorecedoras.
Si dejas el tabaco, otro conocido agente envejecedor, no lo sustituyas por bollería industrial, ni por refrescos: una fuente de azúcar más escondido que podría ser, según la revista 'Time', tan eficaz como fumar a la hora de quitarnos años de vida.
Sal
Patatas fritas, palomitas, aperitivos y en general cualquier plato con grandes cantidades de sodio son por definición opciones a evitar. Intenta dar sabor por otros medios: vinagre, limón, especias… y evitarás problemas a largo plazo.
El sodio hace que retengamos líquidos, y aumenta la tensión arterial. Está relacionado con problemas vasculares y de circulación, y para colmo favorece la celulitis, que también es un signo de la edad. Es necesario tomar sales, como ocurre con el azúcar, pero el problema es que ya están presentes en muchos productos que compramos. 'The List' informa de que, literalmente, acelera el envecimiento de las células y aumenta las probabilidades de sufrir una enfermedad cardíaca.
Café
Aunque no es la fuente de problemas graves que muchos creíamos hace unas décadas, el café en exceso puede envejecernos por culpa de la deshidratación.
Hay otra consecuencia más, también relacionada con la sequedad (en este caso en la boca) que nos hace parecer menos lozanos: el mal aliento, aunque hay estudios contradictorios en esto. El café provoca que se reproduzcan bacterias que causan halitosis, pero según algunas fuentes es tan sencillo como tomar unos vasos de agua entre taza y taza.
También puede provocar manchas en los dientes, aunque esto no se debe tanto a tomar café como a no cepillarse después. Si no puedes hacerlo en el momento, te recomendamos que al menos bebas agua. Las bebidas calientes son peores para el esmalte, así que, si eres un bebedor compulsivo de café, te conviene tomarlo tibio para que tu dentadura amarilla no te haga parecer mayor de lo que eres.