Después de dos días de relativa calma, Israel amaneció este jueves bajo una nueva ofensiva de misiles balísticos lanzados desde Irán, uno de los cuales impactó directamente en un hospital del sur del país, dejando al menos 240 heridos. Otras explosiones afectaron zonas periféricas de Tel Aviv, reavivando la tensión en el séptimo día del conflicto.
El ataque al centro médico generó fuerte indignación tanto en la sociedad israelí como en el gobierno, que respondió con duras declaraciones.
El primer ministro Benjamin Netanyahu acusó a Irán de terrorismo y prometió represalias contra “los tiranos de Teherán”. Aunque insistió en que la caída del régimen iraní no es un objetivo formal de Israel, no descartó que pueda ser una consecuencia del conflicto.
Netanyahu aclaró que el cambio de régimen es asunto del pueblo iraní, pero subrayó que Israel continuará actuando para neutralizar amenazas.
Informó que ya han destruido más de la mitad de los lanzamisiles iraníes y reiteró que su país tiene la capacidad para atacar todas las instalaciones nucleares de Irán, aunque valoró el apoyo internacional.
Mientras crece la expectativa por una posible intervención directa de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump, la ofensiva militar israelí se intensifica, en medio de una escalada que podría tener consecuencias regionales de gran magnitud.