Las protestas en Los Ángeles contra la política migratoria del presidente Donald Trump han desencadenado disturbios y una fuerte respuesta policial, incluida la imposición de un toque de queda nocturno.
Durante la noche del martes, al menos 25 personas fueron arrestadas por violar la orden de confinamiento, mientras la Policía de Los Ángeles intentaba dispersar a los manifestantes que llevaban cinco días en las calles.
La medida de restricción, vigente entre las 8:00 p.m. y las 6:00 a.m., busca frenar los actos de vandalismo y saqueos, que han afectado a más de 20 negocios.
A pesar del carácter pacífico de muchos manifestantes, la violencia registrada llevó al Gobierno federal a desplegar 4,000 miembros de la Guardia Nacional y 700 marines, decisión que ha sido duramente criticada por las autoridades locales y el gobernador Gavin Newsom, quien presentó una demanda para impedir su participación en tareas policiales.
El presidente Trump ha justificado el despliegue militar como una acción necesaria para “recuperar el control” frente a lo que calificó como una amenaza a la soberanía nacional.
Mientras tanto, se reportan protestas similares en otras ciudades como Nueva York, San Francisco y Austin, con nuevos enfrentamientos y detenciones que alimentan la tensión nacional.
Aunque la vida en algunos sectores de Los Ángeles continúa con cierta normalidad, la presencia de tropas y los cierres en el centro han generado un impacto económico significativo.
Organismos de derechos civiles y líderes comunitarios advierten sobre una creciente militarización de la respuesta gubernamental, mientras se espera si las acciones judiciales y la presión social lograrán contener la escalada del conflicto.