El secretario general de la ONU, António Guterres, se preguntó este miércoles por qué la comunidad internacional está dispuesta a invertir «miles de millones de dólares en rescatar a un banco quebrado», pero no apuesta por la financiación de una «pequeña misión de seguridad en Haití».
«Si quiebra un banco cerca de aquí, miles de millones de dólares se movilizarían para rescatarlo, pero cuando se trata de una pequeña operación para garantizar la presencia militar en Haití, no hay dinero», sentenció un Guterres desde la sede de la ONU en Nueva York.
Según la ONU, 2023 dejó al menos 8.000 víctimas entre heridos y muertos en Haití, mientras que en el primer trimestre de 2024 se habían registrado otras 3.900 y un acumulado -en lo que va de año- de más de 600.000 individuos desplazados de sus hogares a causa de la violencia.
Para hacer frente a esta crisis en Haití, que en lugares como su capital, Puerto Príncipe, está controlado principalmente por pandillas desde el asesinato de su entonces primer ministro Jovenel Moise hace tres años, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el pasado año el envío de una Misión Multinacional de Seguridad comandada por Kenia.
Este operativo requiere una financiación de 600 millones de dólares por año, de los que este curso aun solo se han materializado 18 millones -procedentes de Estados Unidos, Francia o Canadá-, a pesar de que el propio EE.UU. se ha comprometido a invertir un total de 300 millones.
Además, hasta ahora el contingente desplazado tampoco es el esperado -apenas unos 400 efectivos kenianos del total de 2.500 prometidos- y la población civil comienza a impacientarse ante la tardía respuesta.
Así, Guterres definió la situación en Haití como «una tragedia humana que debe despertar el sentido de responsabilidad de la comunidad internacional» y abrió la puerta a convertir este operativo en una fuerza de mantenimiento de paz ejecutada por los ‘cascos azules’ de la ONU.
«Si el Consejo de Seguridad y el gobierno de Haití están de acuerdo, haríamos todo lo que estuviera en nuestra mano», aseguró el secretario general de la ONU dejando claro que debería ser el Ejecutivo haitiano quien diera el visto bueno, después de que la última misión de los ‘cascos azules’ allí, para atajar la crisis política de 2004, terminase entre graves acusaciones de atropellos sexuales y de haber propagado un brote de cólera que dejó miles de muertos.